miércoles, octubre 09, 2013

Encuentro


“Con diez cañones por banda,
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar, sino vuela,
Un velero bergantín”.
- José de Espronceda

                                                       Un homenaje indirecto a Lorca

Catalejo en mano
Desde proa dominando el panorama,
Afina la vista el capitán,
Creyó haber avistado
Llameantes hipocampos saliendo
De la morena matriz de la mar.
Sin embargo,
Nunca hubo nada semejante,
Todo fue obra de su imaginación
Alterada por el exceso de sal.
Después de mucho navegar
El océano se vuelve desierto
Para el navegante sediento de tierra
Y de espejismos marítimos fecundo.

El anclado buque rechina
Al suave golpeteo del oleaje
Mientras embarga al marino
Una tristeza de arena y coral.
Toma asiento cerca del mástil
Y anudando las pálidas manos,
Extiende sus torvas reflexiones
Más allá de la Osa Mayor.

Su taciturno corazón agonizante
En otro tiempo blanca ballena
Que defendía sus pulcras aguas
Contra la invasión de barcos mercenarios,
Expulsa gruesas escamas de sangre.
Hoy desprovisto de tripulación
Un fantasmal bajel capitanea.
¡Qué terrible tragedia vivida
Por el almirante circundado de espectros;
Ay, cuanto dolor el del hombre
Cuya red no puede pescar estrellas!

No existe mar, isla o puerto
A que su tesón no lo haya llevado:
Todo marinero de buena laya
Sabe que cuando el viento comba las velas
A la aventura está siendo llamado.
A pesar de ello
La felicidad, la satisfacción, la euforia,
Jamás en su alma han encallado;
Bien sabido es que la plenitud genuina
No es corriente perla de ostra humana cualquiera,
Nace en aquellas que superan
Su insulso destino de molusco,
Y el aún no lo supera.

¡Atención algo pasa, algo sucede!
Nuestro atormentado hombre de espuma
Pegó un brinco de su asiento.

Miró algo en babor
Que estupefacto lo ha dejado
¿Será otra alucinación nocturna,
Un juego desquiciado de su mente?
Observa atento, luego se vuelve,
Ve una vez más y de nuevo desvía la mirada,
La niebla obstruye su visión.
Duda, duda, duda, ¿será posible?:
“¡Oh viejo barco mío será posible?
¿Si las sirenas no existen… Verdad?
¿Tú y yo lo sabemos… Verdad?
¡Diantres!
¿Entonces esa figura
A que ser corresponde?
¡¡No, no es una sirena!!
¡Fijaos bien, se trata de una mujer!”.

En efecto,
Del lado izquierdo de la embarcación
Encima de la roída barandilla
Una esbelta doncella flota entre la niebla;
Dótala de enorme elegancia
Un ceñido vestido obscuro;
Adornándole ambas sienes están
Los labios rosados de un caracol;
Y como mascada en el cuello ostenta
Un brillante pañuelo de algas azules.

-¡Dios!- exclama el marino.
-He enloquecido. A tal condición
Condujéronme estos solitarios años
A la vela en busca del muelle
En el cual jamás atracaré.
Dicho lo anterior irrumpe
En una estentórea carcajada.
Carcajea, carcajea sin freno
Se convulsiona, tose, escupe,
Echa espumarajos por la boca,
Se rasga las ropas,
Se rasga las carnes,
Pierde el conocimiento.

La ingrávida mujer
Que hasta entonces veía
Todo sin inmutarse
Desciende paulatinamente.
Arrodillada
Cerca del maltrecho desfallecido
Alza sus brazos al horizonte
De donde hacia el cuerpo inerte bajan
Gaviotas, pelícanos y albatros.
Ella lo mira mira,
Ella lo está mirando.
Lo mira risueña,
Piadosa, amable, fraterna,
Curiosa, jovial.
Lo mira como quien ve desde las alturas
La longitud inmedible del abismo;
Como quien contempla una rosa
Derramar savia negra;
Como quien pasa revista a las ruinas
De un imperio desolado por la espada;
Como quien analiza la modalidad
Más horrenda en que se revela la muerte.
Ella lo mira mira,
Ella lo está mirando.

-¡Dios santo! Mi demencia
Con el discurrir del tiempo agrava-
Murmura el capitán que despertando
Advierte unos femeniles ojos posados en él
Y un mare magnun de aves alrededor.
Prorrumpe en llanto, en copioso llanto,
Semejando un mísero chicuelo amilanado
Ante sus temores escondidos bajo el lecho.
¡Oh qué pena, qué desgracia,
Cuando un hombre llora
Se encrespan las olas del mar!

A cierta señal de la enigmática criatura
Las avezuchas rodean al capitán
Y generando una corriente de aire
Lo sostienen, para su sorpresa, en vilo.

Hace cesado su lloro, ya no gime,
Ahora es aterrorizada presa
Del miedo y de la confusión.
“Qué ocurre. Sé de cierto
Que esto es una mera ilusión,
No obstante, percibo todo
Como si fuese realidad”
Piensa, en tanto mira
Sus pies suspendidos en el aire.

Incorporada
La extraña mujer enlutada
Con un dejo de ironía sonríe
Al reparar en la incertidumbre
Del hombrecillo de mar.
Mas su sonrisa no es de burla,
Sino de tierna amonestación
Dirigida al testarudo Aquel
Que la toma como vulgar delirio
De una locura inexistente.

Por la leve risilla
Sintiéndose agraviado
Nuestro terco personaje
En un arrebato de valor
Interpela:
-E…exijo me explique el por qué
De su afrentoso gesto festivo.
¿Acaso mi descabellado estado presente
Antójasele graciosa representación teatral?
Ande díg… dígnese responder ángel ignoto.
¿Debo consentir mofas encauzadas
a la humillación de mi persona?...
Nada contesta, como podría:
Fruto enajenante de vesania febril-.

¡Cielos! ¡Mirad!
De súbito ha caído
Con todo su peso sobre cubierta.
Debió romperse una costilla
Ya que se soba el lado izquierdo.
Con frenesí palpita su corazón,
Su presión sanguínea aumenta,
Transpira en abundancia;
No da crédito a lo sucedido.
Unas finas manos afiladas
Se ofrecen para levantarlo.
Las desaíra, las rechaza, impreca;
Pero de nada vale su negativa
Pues su estropeada voluntad
Termina cediendo.
“Manos tan delicadas
Nunca he estrechado”
Dice para sus adentros
Sorprendido de su impresión.

Frente a Frente
Ambos guardan
Un riguroso mutismo.
El primer contacto
Lleno de sensibilidad
Los ha petrificado.
Él empieza a creer en ella,
Ella ya no duda de sí misma;
Él admite una emoción nueva,
Ella es una emoción contenida;
Él recuerda que es un ser humano,
Ella logró al fin humanizarse;
Él comprende ya su porvenir,
Ella lo sabía desde un principio.
Ella y él cristalizan
Sentimientos de belleza inefable
En un idilio nebuloso.

En lo sucesivo
Nuestro almirante cascarrabias
Ya no surcará los mares
Acompañado solo de fantasmas,
Puesto que también se hace acompañar
De la bella dama de negro.
Irán
Hasta los confines de la tierra,
Burlarán a los piratas del tiempo,
Descubrirán tesoros enmohecidos,
Conquistarán las islas de la muerte.
Todo lo realizarán
Juntos, unidos,
Inseparables, indivisibles;
Porque lo una vez en lazado
En la sombría catedral de la noche
No está sujeto al carácter
Temporal de las cosas mortales.

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