Bebo una copa de mi propia sangre
y qué si decepciono al caudillo Moisés
y qué si no piso la tierra de
Canaán.
La esperanza ya no cabe en mis
ojos,
la fe se deshizo en mis manos.
He vagado por el Desierto 30 años
solo como el escorpión entre las dunas,
buscando el cumplimiento de la
promesa,
ansioso de beber el agua de vida
eterna.
Sin camisa y sin sandalias mis harapos
dan cuenta de mis arduas faenas
en esta desolación, en esta muerte.
Sin oasis ni sombra ni viento
el Desierto ha embotado mis
sentidos
dejándome a merced del Tiempo y su número
y con una copa de sangre maldita en
la mano."Los sueños son pétalos de arena donde encallan los bergantines de mis auroras". Alberto Leon