martes, junio 06, 2017

Los poemas del Silencio


                  
                       I

No me atrevo, Gran Silencio, a mirarte,
me intimida tu estatura elevada,
pero no por ello de despreciarte
dejo al ver cómo callas mi alborada.

Te has llevado mis mañanas dichosas,
mis tardes graves, mis noches serenas
y también mi amor por aquellas cosas
que de entusiasmo llenaban mis venas.

Parece que nunca estás satisfecho,
que te gusta despojarnos de todo
lo que hemos vivido, soñado y hecho.

Y puesto que de ti no existe modo
de alejarse, te doy lo que has venido
a demandar: mi lengua y su sonido.

                    
                   I I

El silencio vive como se espera
que viva un buen silencio aleccionado:
come, bebe, defeca, va al mercado,
fornica, debate, riñe, se esmera

en el trabajo.  Cumple sin apenas
quejarse su bella rutina diaria.
Conforme está con su vida ordinaria
y sujeta por pesadas cadenas.

Piensa que de sí mismo es amo, dueño,
que es libre para tomar decisiones,
que puede actuar libre de restricciones;

sin embargo, se engaña, vive un sueño.
No es más que una marioneta empolvada
que sigue el plan de su madre: la Nada.



                       I I I

Cuando pienses que al silencio has burlado,
detente un poco, mira alrededor,
notarás que está sentado a tu lado
fingiendo una sonrisa, vencedor.

Cuanto más te esfuerzas por evitarlo
más a menudo lo topas de frente,
cuanto más intentas no recordarlo
más en tu mente lo tienes presente.

No sigas pues, buscando la manera
de lejos de su alcance mantenerte,
claro está que nunca quedarás fuera

de su vista.  Nunca podrás perderte.
El silencio es la ciudad donde mueres;
el fundamento mismo de lo que eres.



                       I V

Desde la ventana la marcha miro
del silencio.  Llena las calles muertas
con su estrepitoso paso.  Las puertas
de mi morada tiemblan, yo suspiro.

Todo es quietud nocturna, soledad.
En el cielo pocas luces, en mi alma
mucha desolación y oscuridad.
Mas esta noche a mi vida la calma

vendrá.  No más lloro no más memorias
de pasadas y fementidas glorias.
Mis trabajos por fin han acabado.

Hoy con el silencio partiré  presto,
dejo atrás lo que amo y lo que detesto.
Un asiento vacante es mi legado.






        





"Los sueños son pétalos de arena donde encallan los bergantines de mis auroras". Alberto Villa Rosas