lunes, diciembre 02, 2013

Un viejo amigo

¡A penas podía creerlo! ¡Después de doce años nuevamente estaba en uno de los estantes de mi biblioteca! Desde luego, me refiero a un libro.  ¡Ah pero qué libro!  Nadie me lo había recomendado, nunca había leído una reseña sobre él, tampoco figuraba dentro de las obras más vendidas de las librerías.  Llegué a él por casualidad, coincidencia o quizá porque su precio era lo bastante módico para que un estudiante humilde pero con un ardiente deseo de ilustrarse –como fue mi caso- pudiera adquirirlo.  ¿Qué libro sería aquel que me enganchó desde las primeras páginas? ¿Qué libro pese a su edición sencilla se convirtió en una de mis tesoros personales cuya pérdida habría de lamentar tiempo después? ¿Cuál es el nombre de  la obra con la que ahora me reencuentro pasados algunos años aunque en una edición más cuidada, pero sin las anotaciones, marcas, manchas o arrugas  dejadas por las manos de un incipiente lector?  Su título quizá te resulte conocido estimado lector: “Las Cien Mejores Poesías de la Lengua Castellana”. 

    Se trata, a mi parecer, sin pasar de soslayo sus limitaciones de una de las mejores antologías de poesía que hasta  ahora  se hayan realizado. Si bien su título es un tanto grandilocuente pues es imposible circunscribir a un número tan limitado lo más sobresaliente de la producción  poética española, amén de que calificar de mejor a una poesía sobre otra difiere según el criterio y el gusto personal.  Don Marcelino Menéndez  y Pelayo (Santander, Cantabria, España 18561912) fue quien se encargó de seleccionar los textos que conforman este ramillete de la poesía española clásica.  Conocedor de la cultura y la literatura española como lo fue, podemos tener la seguridad de que su selección fue hecha concienzudamente.   Dejemos que él mismo nos informe qué poesías conforman este florilegio: “Hemos prescindido de las poesías anteriores al siglo XV […] El mayor espacio de nuestra colección va dedicado naturalmente a la edad de oro de nuestra lírica (siglo XVI y principios del XVII)”.

    Así pues, en el libro confluyen varias épocas, escuelas y autores. A lo lectores de esta parte del mundo nos permite entrar en contacto con poetas que de otro modo no conoceríamos.  Nos abre el apetito, nos motiva a querer saber más de la poética de Góngora, de Quevedo, de Manrique.  Nos muestra el arte de la poesía en sus más acabadas manifestaciones.  En esta época en que la poesía ha tomado una dirección imprecisa, es vivificante leer una antología en donde el verso se muestra en toda su belleza formal y conceptual.  El verso medido, rítmico, rimado.  El verso heptasílabo, el cuarteto, el verso doble de pie quebrado, las liras, los sonetos, los romances… en fin.  Versos medidos y formas poéticas clásicas adornan cada página de esta obra.

    Gracias a este libro conocí a uno de mis tutores poéticos, Fray Luis de León, su poesía no solo dejó en mí una profunda huella, sino también me hizo descubrir una vocación.  Opino que una obra como esta debe ser leída por todo aquel que pretenda incursionar en la poesía ya como lector ya como escritor de poesía.  La lectura de este libro sentará las bases para tener buen criterio a la hora de leer o escribir poesía, tanto sin nos decantamos por el verso libre como por el verso con estructura fija…

    El día que recibí mi ejemplar vía paquetería mis manos sollozaron.