Shostakovich, añadido a la cola,
vals número dos, en espera espera
su turno para consolar mi alma
de mis graves desdichas digitales.
Pero Rosalía, en reproducción,
ha empezado la faena con acierto,
ya siento como las caliginosas
nubes de mis ojos se desvanecen.
¡Oh dulce lira de cuerdas binarias
no dejes de sugerir melodías
que den cuerpo a mis hondos sentimientos
y me protejan de la soledad!
Ya no puedo vivir sin tu presencia
en mi posmoderna realidad líquida.
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