miércoles, septiembre 29, 2010

Tristeza

De la alegría nace la tristeza.
-Edgar Allan Poe
(1809-1849)



Es cierto
la tristeza
no es Disneylandia
ni la Muralla China
como para que atraiga
a millones de turistas al año.
Ningún empresario serio
establecería un centro recreativo
que ostentase el atractivo nombre
“Parque la Tristeza”.

Sin embargo,
es tan divertidamente fúnebre,
tan enfermizamente saludable,
que quienes están hasta la coronilla
de las frágiles alegrías fabricadas
en la maquiladora de la Frivolidad,
una vez que la visitan,
una vez que tientan el terreno,
se quedan en ella para no salir
jamás.

Sus calles huelen a fango
recién hecho por las lágrimas
de los descorazonados  y perdidos,
no a esas lamentables fragancias
de Sears, Samborns y Liverpool.
Sus Jardines son cementerios
donde echan flor las utopías,
lo sueños, las fantasías, los delirios,
que envenenan el aire
asfixiantemente  limpio de la realidad.

La luz es una invención del Sol
administrada por el Estado;
por consiguiente, no tiene cabida
en el sombrío reino de la tristeza.

Todo es oscuridad, negrura sempiterna,
tinieblas de luna, nubes azabache.
Todo es Noche que asesina
los fútiles intentos de resplandor,
y que monta para los muertos
el festivo espectáculo del dolor.

Sí, la tristeza
no es Disneylandia
pero es lúgubremente divertida;
sí, no es la  Muralla China,
pero es el mayor patrimonio de la humanidad.

No hay comentarios.: