miércoles, junio 19, 2019

Aprendizaje

Todos los días te voy aprendiendo.
Empiezo mis lecciones de ti a las ocho de la mañana
y concluyo más o menos a las cuatro de la tarde.
En ocasiones tomo un pequeño receso a eso del mediodía
pero normalmente prefiero no detenerme ni un instante,
son pocas horas las que te dedico al día
como para permitirme malgastarlas.
Mi meta propuesta es saberte, especializarme en ti.
Quiero ser un perito en las leyes que te constituyen,
quiero dominarte como un chico que domina la trigonometría,
quiero conocer tu causa primera, tu génesis, tu Big-Bang.
Quiero hacerte el mayor de mis conocimientos, el de más valor,
y que mi sabiduría no abreve de otro abrevadero que no seas tú.
Eres mi meta, si te consigo podré morir en paz, satisfecho.
Me interesas como pocas cosas en este mundo desangelado.
Mi interés en ti es semejante al que siente un astrofísico por el cosmos,
un filósofo por el ser, un psicólogo por la mente. Me interesas
y como no podrías interesarme si en ti veo a la vida vivir
como en ninguna otra criatura; si en nada como en ti
puedo constatar que la vida es puro dinamismo y aventura permanente;
si cuando entristeces encuentras en la vida misma
la razón principal para recobrar el ánimo y levantar el rostro.
Me interesas con un interés creciente, intenso, impaciente;
con un interés acaparado y sometido por ti.
Aprenderte es una de mis más altas prioridades.
Te aprendo con ganas locas y con ganas cuerdas,
con dedicación y quizá un poco de veneración.
Te ensayo, te practico, te repaso en la mente
y siempre caigo en la cuenta de que eres una materia difícil,
que no eres tan fácil de aprender como una canción de cuna
o como las Leyes del Movimiento del buen Newton.
Eres todo un rompecabezas ¿sabías?, pero un placentero rompecabezas
en el cual con gusto me devano los sesos.
Todos los días te voy aprendiendo
y pretendo seguir haciéndolo por lo que me resta de vida.
Como mi última voluntad querré
que acompañes hasta el último momento
a aquel que siempre te estuvo aprendiendo
desde las ocho de la mañana
hasta más o menos las cuatro de la tarde.






"Los sueños son pétalos de arena donde encallan los bergantines de mis auroras". Alberto Leon

No hay comentarios.: