miércoles, enero 11, 2006

Z O O L Ó G I C O


Cuando las serpientes
ya no pueden mudar la piel excoriada,
ni los camaleones
aparentar urbanidad con sus presas,
ni las hienas
arrancar las últimas tiras a la carroña,
me cubro con el gabán oscuro,
me instalo un corazón de repuesto
y viajo hacia un paraje surrealista
donde entre anzuelos que pescan esqueletos,
dardos que desinflan cordilleras,
y amapolas que adormecen volcanes,
desmantelo mi cordura
para tan solo un instante olvidar
(un instante y nada más)
que por desgracia yo también
soy un lindísimo ejemplar
de la puntillosa fauna inteligente.

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