viernes, noviembre 04, 2005

C U A D R O


Van por la umbría corriente las tarántulas braseando
arrastrando tras de sí salamandras hematófagas.
Juntas, con los ojos empalados en platelmintos,
al esquilmado islote de vulpejas lleno llegan,
para refocilarse en el festín de hemoglobina
con hienas desdentadas y búhos con ezquisofrenia.

Degusta líbida saliva las yertas caderas
de muertas florecillas embolsadas en veneno,
con manifiestos de cresa alimenta a sus papilas,
con demandas de ataüdes soterra sus neuronas.

Moscas con extremidades de cucarachas bajan
a olisquear el vaho de uñas y corvas descuartizadas;
¡cuán amargas han de ser las arterias del desierto
que las moscas por las cañerías de la niebla escapan!

En brasas de agua iridiscente meditan jirafas,
el cuello encadenado a los colmillos de pirañas,
la trompa proscrita por ordenanza del silencio,
las patas atascadas en las bocas del pasado.
En brasas de agua iridiscente sucumben jirafas.

Sesos purulentos aguardan parvadas de cuervos,
macabros, inquietos, deseosos, locos, excitados.
Llevan en sus alas las estatuas del desencanto:
fotografías eternas del eterno desengaño.

Todo se reduce a un híbrido espasmo alucinante,
todo se concreta en una tarde desempolvada.

... Sesos purulentos aguardan parvadas de cuervos.

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