Hay peces con tenis en mi cabeza
y reptiles con brazos amarillos;
el absurdo ha clavado sus colmillos
en mi cerebro lleno de maleza.
No quiero signos, solo ligereza,
solo el canto de irreverentes grillos;
solo imágenes, luces, fatuos brillos
que pulvericen mi naturaleza.
¡Afuera el pensamiento enrevesado!,
no hay tiempo para las explicaciones
ni para que los ojos se detengan.
Vivo en el sinsentido, enajenado,
preso de redituables ilusiones
que hacen que mis huecos se entretengan.