hasta que la mente produzca piedras,
es la instrucción que a rajatabla sigo
para continuar dentro de la esfera.
Permito que me enganche la esperanza
de que nunca se termine lo nuevo,
porque, ¿qué sentido tiene la vida
si al segundo no se suple lo viejo?
El monstruo binario me gratifica,
me da la felicidad de la nube,
conforme estoy con lo breve infinito.
¿Hay algo más importante, pregunto,
que impulsar la rueda con desenfreno,
que el vital desplazamiento perpetuo?