viernes, octubre 21, 2005

PRECIPITACIÓN


Dicharacheros venablos argentados
menesterosos cráteres desmaquillan
cuando enlutado el pañuelo etéreo expulsa
sus arengas de planeta deshollado
y en fulgores de luciérnaga partida
desangra el horizonte desmadejado.

De abrojos la hambrienta espoja talla el cuello
del abismo aguijoneado de cadalsos,
hasta que sólo quede solo el susurro
vengativo del papel patibulario,
donde avezadas guadañas titilantes
consignarán nuesvas sentencias fatales.

Raudo planea el abejorro descociendo
las rejas del cautivo lábaro afable
libre ya, corre, remonta, libre ya,
alejándose del ojeroso limo,
buscando una vistosa aldea que castige
hacer camafeos con palmas de estandarte.

Dos lechuzas cruzan el rayo encallado
en la lepra de dólmenes despeinados,
atisban revoluciones de centellas,
rebatingas de protones siniestrados;
dos lechuzas vuelven del rayo varado
seguras de que el vuelo significa algo.

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